jueves, 10 de abril de 2008

El Pecado, el Karma y otras piedras…

Médanos Blancos de Coro. Venezuela / Fotógrafo: Shauki Expósito

Estuve recordando con mucha gracia aquellos días del Colegio después de la Confirmación como Católicos, en los que mi grupo de amigos y sin duda todo un prospecto de pandilleros de buen corazón nos disponíamos a ir a confesarnos con el Sacerdote, siempre jugaba con mi mejor amigo, y le decía “paso yo delante, porque si pasas tu primero estaremos 3 días en cola mientras te quitan todos tus pecados…” y todos reíamos. A la vez escuchábamos con estupor como desde esta edad ya había gente ruin que competía hasta con sus faltas y generaban las siguientes preguntas: “Oye, a mí sólo me ha mandado 1 Padre Nuestro… y a ti ¿Cuánto te mandó?...

Sobre el Espíritu
Con el pasar del tiempo comprendí la verdadera importancia de la confesión. Que no se centra en el momento en que estamos con el Sacerdote, como la mayoría piensa. No, lo más importante es el famoso acto de contrición, donde reconocemos los errores cometidos en nuestras acciones y prometemos no repetirlos. Ya lo demás es barrer luego de que rompimos el molde que estaba por mal camino.
Por esta confusión a la hora de la confesión, muchos creyentes Católicos le restan importancia a este acto. No falta el que piense que un asesino puede matar 5 personas y va donde el Sacerdote, y Dios a través de él le absuelve de su delito, y al salir va a apuñalar a 2 más. Por esta simple idea más de la mitad de los creyentes Católicos no se confiesa en la actualidad, y el problema no es la falta de fe, es el desconocimiento.
Si bien para los católicos el perdón de los errores es a través de la confesión, ya para los judíos la cosa no es tan sencilla. El alma de un judío es pura desde la infancia, con fuerza para estar cerca de Dios, y sus acciones deben ser justas. Aunque el pecado para el judío existe, el interlocutor con Dios es su prójimo y la oración, por ende quién se equivoca debe de realizar una enmienda con quién se equivocó y orar por su alma en momentos especiales del calendario Judío. A mi particularmente me gustaría mucho que católicos aprendieran de judíos y judíos de católicos, probablemente sería interesante el resultado.
Para otras creencias Orientales, los errores son piedras en el alma, las acciones indebidas se convierten en Karma que se arrastra aquí y en otras vidas hasta que el espíritu logra enmendarse. Esto es común para ayyavazhis, budistas e hinduistas.
Sin duda todas las religiones y credos tienen algo en común, el hombre se equivoca y su error genera acción, genera un hecho que lo marca. La forma como se lava el trapo es a gusto del que lo tiene sucio.
Si el raciocinio es el estado mental saludable que mantiene el equilibrio psicológico del Ser Humano, en su ámbito emotivo es el espíritu el que controla su salud. Aunque el espíritu sea mucho más, entre sus funciones está fluidificar la inteligencia emotiva de la persona.

El problema de la energía espiritual
Como medio vimos, y sin ánimos de convertirnos en catedráticos renacentistas, el espíritu controla nuestra parte emotiva, y es de suponerse que si actuamos o hacemos cosas erróneas, nuestro espíritu se verá afectado, y así nuestra salud emotiva. Por eso es que para el 100% de las religiones con amor por la vida es tan importante pulgar las acciones erróneas, por la salud de sus fieles.
Yo robaré la palabra Oriental de Karma, porque me parece sensata para denominar las acciones en contra de nosotros mismos. Cuando obramos mal hay una carga de energía, que no necesariamente son rayos ni cargas magnéticas como algunos han querido llamar, decimos energía porque es acción. Y esa carga con toda su fuerza va contra uno mismo con toda la potencia del mal que hemos generado, he aquí el temible efecto de retaliación natural. Una especie de ojo por ojo de la Naturaleza si no quiere verle el lado espiritual al asunto.
Esa carga va con fuerza contra nuestra salud, y yo tenía un amigo que cada vez que veía a alguien golpeado por este tipo de fuerza decía “Toma por el pecho, por pajuo…” Una forma muy coloquial de decirle a alguien, tú te lo buscaste.
El problema de este asunto, y que bien saben los líderes de las principales religiones universales, es que la carga o peso por las acciones, tarde o temprano afectan a los demás. Y es allí, cuando una acción propia conlleva afectación para otros, cuando la cosa se pone mal.

Energía dispersa, y mala vibra
Algunos seguidores de Rastafari, conocidos como Rastas, creen en la mala y buena vibra natural, y que alguien con mala vibra se enferma y enferma al Mundo.
Cuando alguien obra de forma individual y se equivoca, pero el efecto de su error trasciende a su persona es cuando sus vecinos deben emprender alguna acción.
Dependiendo del error, la cosa puede ir desde simplemente un llamado de atención hasta la imposición de algún tipo de medida correctiva decidida de forma colectiva. No es extraño que en la antigüedad la medida más común fuese el destierro, que consistía en expulsar de la casa y la comodidad a quién cargaba el karma de su acción.

Diferencias en acciones
Para ejemplificar el asunto, colocaré dos ejemplos de una misma acción errónea, uno conlleva carga individual y el otro afecta de forma colectiva.
Una persona ante sus problemas decide intentar suicidarse, no lo logra. Ha errado en su proceder de forma individual, atentando contra ella misma y con repercusiones sobre su espíritu y salud.
Una persona ante sus problemas decide matar a sus dos hijos con cianuro e intenta suicidarse y no lo logra. El efecto es colectivo, y no sólo se refiere a la muerte de dos inocentes, es una cuestión de efecto emotivo sobre la comunidad, de ejemplo y marca para todo un colectivo. Es allí cuando el Karma afecta a los demás.

¿Qué hacer?
Siempre es mejor prevenir, hay que alertar a las personas sobre sus acciones, y estar abiertos para ser alertados sobre las propias. Tratar de pulgar dicho peso o Karma según nuestra creencia predilecta.
Yo sugiero mucho el contacto con la naturaleza. El agua no sólo limpia la piel, su fuerza arrastra también el peso y las marcas del alma, tomarse un segundo a las orillas de un bello río y contarles nuestras culpas, siempre puede ser una buena solución.


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