martes, 12 de abril de 2016

El compromiso de la felicidad




Son muchas las formas de ser feliz, o de creer serlo, y animarse a invocar a los cuatro vientos la felicidad para otros, con caminos decorados por libros, esencias, consejos y rituales que, cual alquimia, vuelven lo amargo en dulce.

Hay personas que encuentran placer en la búsqueda hacia la felicidad, y otros que afirman que se es feliz cuando se hace lo que realmente “place”. Y si de las vías hacia la felicidad habláramos no terminaría este post.

De todos los caminos me veo atraído por el más sencillo, y no el más simple, que reconoce a la felicidad como una opción o modo, y no una acción.

Pero este camino encierra un compromiso, un pacto consigo mismo.

De la envidia y la felicidad
Para mí no hay forma de volverse feliz, no hay camino. Se es feliz y ya, o no se es. Y es una clara elección en la vida que se puede aplicar para todo.

Hay personas que son felices con sus empleos y otras no, de ellas las hay felices con lo que hacen aunque no sea lo que les apasiona (aunque pocas) y la mayoría felices con lo que siempre han querido hacer. Y hay quienes infelices con sus dones, hacen las cosas para las que nacieron de forma infeliz.

La ignorancia te hace feliz
Sin duda que una forma magistral de ser feliz es a través de la ignorancia, pues el desconocer sobre un tema te exime de cualquier preocupación, así pues es feliz el niño que desconoce la pobreza de su hogar, como lo es el que desconoce el peso que representa la riqueza en el suyo.

¿Entonces el conocimiento es infeliz?, si conoces para ser feliz, no. Hay quien elige ser infeliz hasta cuando aprende. Y aprende desde el dolor, cree que el conocimiento es un peso, y conlleva sufrimiento. Hay sociedades completas montadas sobre este argumento. Inserte usted los ejemplos.

Sobre el dolor del conocimiento ya se ven luces en El nombre de la rosa de Umberto Eco.

El peligro que se corre cuando la felicidad proviene de la ignorancia, por encima de cualquier otro camino para conseguirla, es que te invita a ser un sujeto manipulable, que lejos de tener una crítica posición sobre ciertos temas que te hagan feliz; te hacen ser feliz, mientras otros deciden tu suerte.

Muchos murieron de hambre en la edad media, felices porque iban al encuentro con Dios, desconociendo que morían porque había manos humanas detrás decidiendo lo que debía pasar en sus vidas.

Muchos mueren hoy, en la feliz ignorancia del placer de malgastar su tiempo de vida disfrutando del entretenimiento que les permite la tecnología, y un mundo efectista, mientras otros deciden qué hacer con sus vidas.