sábado, 20 de abril de 2024

Caminando hacia el fin de las relaciones de amistad

Foto de: cottonbro studio
 

Todo mi patrimonio son mis amigos. 

Emily Dickinson.


Mi abuelo nunca leyó a Dickinson, tener que trabajar desde que era adolescente no le permitió acceder al privilegio que nos permitió a todos los demás de la familia. Pero eso no lo detuvo para decirme, cuando tenía unos 14 años: "¿Tienes amigos?, cuídalos... los amigos son más importantes que el dinero, cuando yo no tenía dinero, tuve amigos que nunca me abandonaron".

Nunca pensé tenerle envidia a mi abuelo. Pero llegada a esta altura de mi vida, envidio las relaciones que logró construir con esfuerzo, dedicación, confianza y tesón.

Eran otros tiempos, los que él vivió, unos en el que acompañarse y crear lazos eran fundamentales para enfrentar al mundo. 

Luego de la Pandemia del Covid, todo el mundo se empeña, pese a las guerras, en tratar de recuperar su vida social, pero un nuevo informe publicado por el Survey Center on American Life revela un cambio profundo en la naturaleza de las amistades de los estadounidenses. 

"Uno de los cambios más importantes revelados por la Encuesta de Perspectivas Estadounidenses de mayo de 2021 es la disminución de las amistades cercanas. En las últimas tres décadas, los grupos de amistad estadounidenses se han vuelto más pequeños y el número de estadounidenses sin ningún confidente cercano ha aumentado marcadamente".

Y es un cambio que afecta más a los hombres que a las mujeres, "hace treinta años, la mayoría de los hombres (55%) informaron tener al menos seis amigos cercanos. En 2021, esa cifra se ha reducido a la mitad. Un poco más de uno de cada cuatro (27%) de los hombres tienen seis o más amigos cercanos en la actualidad. El 15% de los hombres no tiene ninguna amistad cercana, cinco veces más que en 1990".

En una sociedad que pregona el uso de la tecnología para conectarnos con otros, se está produciendo justo el efecto contrario, pero, ¿Por qué?

Una posibilidad mezcla dos tendencias de los últimos años, por un lado, la facilidad que nos está generando la tecnología para resolver practicamente todas las necesidades sin tener que depender de los demás, ya no es necesario tener amigos para conseguir resolver problemas cotidianos. Ni siquiera debemos conocer a alguien para preguntar por una dirección, ¡tenemos a Google Maps!

Po otra parte, está la forma cada vez más individual de las experiencias de entretenimiento y disfrute. Pasamos más tiempo recibiendo interacción con los aparatos y la tecnología que con las otras personas de carne y hueso. 

Esto ha afectado radicalmente las habilidades sociales de los más jóvenes, a quienes les cuesta hoy en día mucho más establecer relaciones, resolver conflictos con otros, y cualquier reto social, que entender sobre programación Inteligencia Artificial, o robótica.

Vemos a jóvenes que resuelven sus interacciones de una forma poco común, en especial a la hora de comunicarse, si se encuentran detrás de móviles u ordenadores se sienten sumamente en confianza, pero en cuanto entran en relaciones, cara a cara, suelen evitar las miradas, centrase en discursos tipo monólogos, y escuchar muy poco al otro, lo menos posible. 

Atrás van quedando las largas horas de charla en los porches, en las aceras, en coches, o parques, para ser sustituídas por chats, mensajes de audio, o streaming. 

Lamentablemente pareciera que el mismo hombre avanza sin pausa contra su propia naturaleza, la de ser social.

En este post:

Men’s Social Circles are Shrinking


   


lunes, 8 de enero de 2024

Confianza es confiar con esperaza

Foto de: Savvas Stavrinos
 

Es la confianza mutua, más que el interés mutuo, la que mantiene unidos los grupos humanos

H. L. Mencken


Hace un tiempo tuve esta conversación con alguien:

"... Mira, ves... allí está, tu te mataste ayudando a esta persona, hiciste de todo por ella, y ahora que le va bien, ¿te ha llamado?, ¿siquiera te ha agradecido?"

Yo: "No me ha llamado, ni espero que lo haga, lo que hice por esa persona lo hice porque tuve confianza, y aún la tengo"...

"No te entiendo, la verdad, ¿cómo puedes confiar en alguien que no es capaz de agradecerte?

La confianza es tuya

Según el diccionario de la Real Academia Española, la confianza es la esperanza firme que se tiene de alguien o algo. Por consiguiente, la confianza no es responsabilidad de la otra persona, es algo que le pertenece al que la produce.

Tu tienes confianza, porque esperas firmemente que otro actúe de "buena fe" en la relación que mantienes con el/ella.

De allí la celebre frase de "hacer bien, sin esperar nada a cambio", porque no actúas por interés, tu haces las cosas porque confías.

Se podría decir que cofianza es confiar con esperanza, y sobre la esperanza ya hablamos en este otro post

Sin la confianza no podríamos establecer esos lazos que nos hacen humanidad, comunidad, sociedad.

Y por supuesto, no puedes lograr tener confianza con otros, si no eres capaz de tenerla sobre ti mismo, ten seguridad y firmeza de que vas a ser capaz de ser mejor, y lograr lo que te propones. 

Que este 2024 sea un año cargado de momentos de confianza con todos los tuyos. 



sábado, 23 de diciembre de 2023

El mejor regalo en estas fechas es no perder la esperanza

Estatuilla romana del Siglo I d.C. de la Diosa Spes. National Museums Liverpool. 


No nos mintamos, ha sido un gran año de mierda. Puede usted maquillarlo como quiera, pero con el mundo "patas para arriba", millones de desplazados, asesinados, acosados y violentados, no hay una forma agradable de recordar al 2023.

A lo mejor, si se mira sólo desde el ámbito personal, puede ser que alguno pueda ponerle color a este año, pero tiene que ser lo suficientemente egoista, o tonto, para no levantar la cabeza y restarse razones para celebrar.

De allí que el mejor regalo que podremos darnos este año es el no perder la esperanza.

¿De dónde viene esperanza?

Esperanza tiene su raíz en sperare y en spatha (Latín), que a su vez viene de la raíz proto-indoeuropea Spe, que se usaba para referirse a aquello que se expande o alarga, y a tener éxito. Y sí, a la espada, porque es el metal que se alarga.

La Diosa romana relacionada a la esperanza, se llamaba Spes.

A su vez, esta palabra está vinculada la raíz al griego spathe, y en el germánico a spat (pala laminada).

Podemos imaginar que los griegos y romanos antiguos vinculaba el sperare con alargar o prolongar la ocurrencia de un hecho, con la convicción de que sucedería.

No es raro que los griegos vieran en la imagen de una mujer que mira al cielo, con una cornuscopia llena de flores en las manos, a la Diosa Elpis, la garante de la esperanza. 

Los romanos, por su parte, vieron en una mujer de brazos abiertos, sentada o de pie con una de las manos normalmente mostrando la palma y con su respectiva toga, a veces también portando una cornuscopia en uno de sus brazos. 

Lo que nos da la clave de que en el ideario, esperanza y abundancia eran conceptos vinculados, tanto para los griegos como para los romanos. 

La cuestión es que la esperanza se encontró en una encrucijada cuando el hombre comenzó a vaciarla de acción.

Porque hasta ahora, hemos visto que era importante saber que ocurriría el hecho, para que la esperanza pudiera existir. No tendrías esperanzas de que la paz, el dinero, la salud llegaran, si no trabajaras para que esto pase.

Pero el hombre dicidió vaciar la esperanza de cualquier tipo de acción, y llenarla de contemplación. "esperar, por esperar de que algo sucederá", "ten esperanza, no serás abandonado".

El hombre actual está justamente anclado en este punto. En esperar por esperar. 

Por eso, el mejor regalo que nos podemos dar en estas fechas es no perder la esperanza, esa real, esa que espera que algo suceda porque trabajamos activamente para ello.

A tener esperanza en la Paz, en el amor, y en un mejor porvenir.


En este post:

Elpis

Carlos Javier González Serrano

Esperanza

Raíces Proto-Indoeuropeas



lunes, 27 de noviembre de 2023

Parece obvio, pero no lo es: Volumen en el transporte público


Foto: Mart Production


Comienzo este espacio que va, lamentablemente, de algo tan básico como lo es la ciudadanía, y que el mundo del Siglo XXI nos está dejando en evidencia que está muy ajustada, apretada entre la independencia que da la tecnología, y la ignorancia que provoca el desinterés. 

¿Por qué no debería ver una serie o Youtube a todo volumen en el transporte público con mi dispositivo?

Aunque parece una obviedad, he decidido dedicar este primer post de esta sección a un fenómeno que es muy frecuente en todos los medios de transporte de cualquier ciudad, ya sea en Barcelona, Madrid o Tenerife. 

Trataré de explicarle a los jóvenes y adultos que caen en este comportamiento, por qué no es adecuado, ni seguro, ni educado.

Me gusta siempre comenzar con un ejemplo, imagina que todos los que van en el transporte sacaran sus teléfonos y pusieran su música de preferencia al volumen que tú la estás llevando... ¡Exacto!, nadie pudiera disfrutar, ni escuchar nada. Pero es peor...

El espacio común del transporte público es el resultado de un acuerdo entre todos los usuarios, para no realizar conductas personales que bien pudieran hacerse en casa o en privado, y que puedan ser desagradables o inoportunas en el espacio que compartimos. Así pues, no debería haber nadie cepillándose los dientes en el metro, u orinando en un rincón, y mucho menos comiendo, ya que todos acordamos que hay unas normas comunes para no molestarnos mutuamente. 

Nadie tiene que venir a recordarnos que esas normas están, se supone que nuestro nivel educativo, y autocontrol social nos permiten entender que las normas están allí, sin que venga nadie a castigarnos si no las cumplimos.

Pero va a más, cada vez que llevamos el sonido a tope, molestamos e irritamos a los demás usuarios, que pueden tener un mal día, un dolor de cabeza, o que necesitan y disfrutan del silencio del espacio común mientras viajan.

Y lo peor, se expone la seguridad de todos, ya que la música o audio a todo volumen distraen los sentidos del conductor del transporte, y se superponen a los sonidos del servicio, como las paradas, los timbres de cierre y apertura de puertas, y las indicaciones de emergencia y alerta.

Lo más grave, es que en el fondo este tipo de comportamientos son actos pasivos de agresión, contra los otros y en especial contra la misma persona. Ya que con la actitud se deja en evidencia el poco respeto que se tiene por los demás, por las normas, y por uno mismo.

Y no es que no se pueda escuchar lo que quieras, es respetar a los demás y su espacio, para eso existen los cascos.  




domingo, 12 de noviembre de 2023

Navidad: entre el verde y el rojo, la Poinsettia y el acebo

Foto: Magda Ehlers


 "Sólo hubo una Navidad, el resto son aniversarios." 

William John Cameron.


Comenzamos con contundencia, con esa frase llena de razón de John Cameron, y que tira por el suelo toda la campaña de Navidad de más de un publicista. 

¿Pero si nos hundimos más?, si terminamos, por fin, de desenredar esas luces navideñas, que con el diseño actual, ya no duelen como antes cuando el pié descalzo les pasaba por encima. Vamos a dar respuesta a la primera pregunta que nos viene a la cabeza, cada vez que llega la Navidad. ¿Por qué todo es verde y rojo?

Resulta ser que le debemos el color de la Navidad a los mexicanos, a un norteamericano apasionado y enamorado de latinoamérica, a la nostalgia de unos monjes misioneros franciscanos, y a las primeras celebraciones teatrales de la Navidad en la Edad Media. 

Viste, en nada de esta cadena de eventos fortuitos mencioné nunca a Coca-Cola, porque NO le debemos el color de la Navidad a la bebida gaseosa, muy por el contrario, ella se valió de su significado para entrar a las mesas de la cena navideña.

Bueno, veamos de dónde se cree que viene todo, como dice Bill Newcott en su artículo para la National Geographic, "Los misioneros franciscanos llegaron a México en el siglo XVI y empezaron a montar elaborados pesebres en Navidad. El acebo, la planta navideña preferida en Europa, no se encontraba en ninguna parte para los dioramas".

Y es que el acebo (Ilex aquifolium), es típica de Europa: "la madera de acebo es de muy buena calidad, dura y tan densa que no flota en el agua, por lo que no sería útil en la industria naval. Es apreciada por los ebanistas para elaborar mangos, culatas de armas y por teñirse bien de negro e imitar a la de ébano; además es muy estimada como leña, para hacer carbón y por los pastores para confeccionar bastones resistentes. En este sentido, Miguel de Cervantes cuenta en el cap. XIII de El Quijote: «Venían unos pastores hacia ellos y traía cada uno un grueso bastón de acebo en la mano…». Y el poeta y militar toledano Garcilaso de la Vega en sus poesías escribe: «Allá dentro en el fondo está un mancebo, / de laurel coronado y en la mano / un palo, propio como yo, de acebo»".

El uso de acebo en Navidad viene del campo y el pastoreo. El follaje del acebo es un buen forraje para el ganado en invierno, pero cuando está acompañado de sus típicos frutos rojos en épocas invernales, se suele separar un poco para adornar, y para hacer la liga, una goma para atrapar aves.

Su estructura física es muy similar a una coroña de espigas, y sus frutos rojos y pequeños, asemejan gotas de sangre, así que es muy fácil asociarla a la corona usada por Jesucristo en la cruz.

Pero el rojo y el verde del acebo no es la única referencia religiosa que viene de la antigüedad, resulta que en la Edad Media había cierta fascinación por estos tintes, como cita la revista Semana al investigador Spkie Bocklow, científico de la Universidad de Cambridge: "el uso del rojo y el verde se remonta a las iglesias de la época medieval, que a su vez inspiró a los ingleses, antes de llegar a nosotros", en Navidad se solía representar actos de la Biblia, como el Pecado de Adán y Eva, para lo cual se utilizaba, normalmente un pino ornamentado de manzanas rojas, en el célebre acto de la culebra que tienta a Eva.

Bueno, volviendo a los misioneros franciscanos, los pobres no tenían en México ni pinos, ni manzanas, ni acebos, pero si tenían el conocimiento adquirido de los aztecas, que como señala Mark Hoddle: "llamaban a la planta cuetlaxochitl (flor brillante) y los mayas k'alul wits (flor de brasa)" (Hoddle en Bill Newcott, 2023).

Pues comenzaron a engalanar las representaciones del nacimiento de Jesús con aquella flores de la planta de cuetlaxochitl, ¿cuetla qué?... ¡claro!, aún no se les llamaría Poinsettia, falta un personaje en la historia.

Resulta que a comienzos de 1800 un diplomático norteamericano, Joel Poinsett llegó a México, y en Navidad apreció la belleza de la ornamentación que producía esta planta en los portales de las casas, iglesias, y representaciones del nacimiento de Cristo, y como era muy frecuente en esta época, decidió tomar un pedacito de aquella belleza y comenzar a cultivarla para su gente en Estados Unidos. 

La gente comenzó a llamar a la planta, la planta de Poinsett, y de allí quedó el nombre actual de Poinsettia. La planta, muy delicada, comenzó a reproducirse con éxito, y hoy se le puede encontrar en cualquier rincón de América, y hasta en los supermercados europeos o en los mercadillos de navidad.

Casualmente, es muy frecuente ver al acebo al lado de su reemplazo, la Poinsettia decorando mercados de Navidad en Alemania, España, o Reino Unido.

Esta planta también se puede encontrar en África, y es que realmente no es un árbol propio del frío, sino más bien de climas relativamente secos en buena parte del año, por eso crece muy bien de forma natural en México y Guatemala, y los indígenas conocían muy bien sus propiedades medicinales, más allá de las ornamentales, por lo que era muy usada.

Y es que la Poinsettia, tiene nombre científico, es la Euphorbia Pulcherrima. "El género Euphorbia fue nombrado en honor de Euphorbus, el médico griego del rey Juba II de Mauritania (un erudito de historia natural) en el siglo I dC, quien usó el látex de la especie Euphorbia con fines medicinales". (Bonells, 2018). Así que una prima de esta planta también crecía en África. Pero no era "la más bonita", ya que pulcherrima en una derivación de latín quiere decir esto: "la más bonita entre todas".

Pues su belleza no es tanta para algunas regiones del Planeta, y hoy se le considera maleza invasora en partes de África, India y las Islas Canarias.

Así que eso, ese verde y rojo de la Poinsettia que comparte con el acebo, con el pino con manzanas guindando (aún sigo pensando por qué un pino), y con la Coca-Cola es el resultado de una mezcla de sucesos fortuitos de un Mundo que se mueve sin parar, pero que en el fondo las emociones siguen siendo su razón de ser.

El color verde, asociado con la esperanza de un mejor porvenir, y el color rojo asociado con la sangre, en el caso de la celebración religiosa, la sangre de Cristo, y en una asociación más mundana, la sangre como sacrificio y esfuerzo.

Hablando de significados, la Iglesia Católica no asumió ninguno de estos colores para las casullas de sus sacerdotes en Navidad, el verde esperanzador es el color que se suele usar en tiempo Ordinario (sin celebraciones) y el rojo se deja para rememoraciones de tiempos de sacrificio, y de conmemoraciones a los mártires. En Navidad, el color blanco de las casullas es el de la celebración, la alegría, la inocencia, y la pureza, en honor al hijo de Dios. 

Y para terminar, no, no eran minas explosivas para pies, esas formas antiguas de las luces navideñas. Se trataban de representaciones de estilo nórdico de formas de flores parecidas a estrellas que se guindaban en los pinos, pero estas hechas en plástico muy duro y resistente al calor. 


En este post:

Poinsettia

Flor de Pascua: ¿De dónde viene la tradición navideña de poner Poinsettias?

Ilex aquifolium

¿Por qué el rojo y el verde son los colores de la Navidad?

Rojo, verde, morado… ¿Qué significan los colores de las vestimentas de los sacerdotes?

La Euphorbia Pulcherrima