domingo, 25 de noviembre de 2007

¿Por qué nos roban el Lenguaje?



Un diálogo acalorado acompañado por una botella de vino, en una noche muy gris en La Mancha:
Don Q.: Insisto amigo Sancho, que es verdad lo que te digo, un mal mucho mayor se cierne como las cenizas de muertos sobre nuestras cabezas…
Sancho: Por más que lo intento Don, no encuentro sentido alguno a tus palabras.
Don Q.: Prueba esto último que has dicho, de que tengo razón en lo que expreso. Son peores que aquellos inmensos monstruos de viento que enfrentamos la otra vez… Ahora vienen con poderes infernales a apoderarse de nuestro bien más preciado.
Sancho: ¿De nuestras mujeres y hogares?
Don Q.: No, aún peor es que eso… De nuestro Lenguaje…
Nos roban el sentido
No, las ideas antes expuestas por nuestro Hidalgo conocido, no pertenecen a su imaginación ni a su ingenio, más bien a su astucia. Es verdad, muchos son los interesados en secuestrar el lenguaje en estos momentos.
Si en el siglo XX la riqueza era tener petróleo, en el XXI la riqueza es quién tenga información, y sobre todo que la sepa utilizar.
No es fácil señalar a los culpables, tal vez los primeros culpables somos los que nos dejamos robar sin la menor resistencia. Pero en las calles, sobre todo de nuestra amada Latinoamérica es obvio que nos secuestran el lenguaje.
Mecanismos del secuestro
Hay versiones encontradas sobre la cantidad de personas en nuestro continente que leen con facilidad. Esta polémica la dejo para después, no voy a caer en ella, por ser realmente improductiva, no importa saber cuántos leen, lo realmente fundamental es la calidad de su lectura.
Basta con pasear por las zonas culturales de una ciudad como Caracas, y ver que en cada librería o puesto ambulante, realmente hasta hace unos años templos de cultura, no se encuentra más que textos técnicos, libros de autoayuda, manuales y libros de colección.
Es mucho más difícil encontrar clásicos, y aún peor encontrar libros que promuevan el divino y celestial derecho a pensar y opinar.
Desde la Escuela
El problema no es sólo de quién edita o importa libros, el problema es desde la Escuela. Los Gobiernos no muestran ningún interés en mantener en sus programas el uso del Lenguaje como herramienta para la formación de criterios propios.
Un ejemplo de ello, en el Currículo Nacional Bolivariano de Venezuela, existen 14 puntos que lo definen, de los cuales sólo 5 mencionan el desarrollo de criterios propios en los alumnos, pero ninguno habla del uso del Lenguaje como herramienta.
Muchos de estos Currículos se inclinan más hacia las áreas prácticas y técnicas, el mismo ejemplo Venezolano posee 1 punto donde se orienta claramente el sistema educativo hacia un enfoque técnico.
Pero aún es más real la desaparición del Lenguaje de nuestras escuelas, cuando revisamos el tratamiento que se le da a esta área dentro de los diferentes niveles de educación.
Ciertamente el Currículo Bolivariano promueve la formación de jóvenes con conciencia histórica y pensamiento crítico y cooperativo. Pero en la práctica dentro de las aulas, ese pensamiento se reduce a la lectura de materiales carentes de “sustancia”. Es un hecho que más del 60% de nuestros jóvenes no lee por placer en edad escolar. De los que leen, o no les gusta lo que se les ofrece para leer y lo dejan a un lado, o por la falta de orientación, terminan leyendo sin comprender.
En la Casa
En gran medida el hogar debe ser la primera fuente de formación de conciencia a través del hábito de la lectura, pero tenemos cada vez más padres que no les gusta o no tienen tiempo para leer. ¡Claro que saben, el problema es que no pueden leer!
Hay una guerra abierta hacia la literatura crítica, la clásica y la moderna, en la que sin duda juega un papel a favor de quién secuestra el Lenguaje, la comercialización.
Quien escribe en la actualidad, lo hace pensando en que debe vender, y por ende, no importa mucho el contenido de la obra, más sí su forma. Quien visita con pasión una venta de libros se encuentra en un funeral, rodeado de textos muertos y carentes de sentido, pero con lindas tapas de colores y títulos que te señalan que pueden resolver todos tus problemas.
El Objetivo del robo
Es sencillo, a menor cantidad de libros que promuevan el pensamiento crítico, mayor cantidad de personas que trabajarán con mucha técnica y profesionalismo, pero sin mucho discutir o pensar cuál es el mejor camino para su vidas. Y llenarán este vacío con muchos productos comerciales que le den satisfacción.
Me aterra cada vez que escucho que subió el consumo de bienes comerciales en países como Venezuela. Muchos sonríen y dicen, es por la bonanza económica que generan nuestros Gobiernos. Yo lloro, al pensar que mientras hay dinero, existe gente que prefiere comprar un televisor, que garantizar la formación de sus hijos.
Una pequeña experiencia
Me considero un pésimo lector, y para nada culto, me falta mucho por leer en mi vida. Pero hubo un momento en que me sentí desesperado, que las cosas no salían como yo quería. Y mi madre me regaló “El Viejo y el Mar” de Hemingway. No sé bien que lectura le den ustedes a ese libro, pero a mí me enseñó a los 16 años, la importancia de ser paciente y comprensivo. En estos días me topé con uno de esos manuales técnicos que llenan la librería, y que lleva por título algo así como “20 reglas para ser pacientes en la vida”, y su autor jamás pudo transmitirme lo que me dejó Hemingway.
El futuro a los ojos del Hidalgo
“Bien, dijo el cura, me parece esta novela; pero no me puedo persuadir que esto sea verdad…” ¿De qué nos sirve regalar muchos ejemplares de Don Quijote?, que se perderán en un rincón sin la orientación adecuada… ¿Es un fin económico y político lo que está detrás del secuestro del Lenguaje?... Como fuese, desaparecer el verdadero valor del Lenguaje atenta contra la libertad misma del hombre y su vida plena.

jueves, 22 de noviembre de 2007

Entre peces de plata y de oro

¿Todo fue culpa del pez?
Hubo un tiempo, no hace mucho, en que se puso de moda usar un bendito pez de plata en la muñeca, según contaban sus promotores, con el fin de que quién lo usara sobreviviera al fin del mundo.
Pasó el tiempo, y por supuesto que el mundo no se acabó, pero se acabaron los peces en las repisas de las tiendas y buhoneros que lo vendían… Sin el menor pudor, los creadores del cuentico del “pez – llave del paraíso” se reinventaron para no quedar como estafadores, y propagaron la idea de la milagrosa sanación que lograba el pez de plata en todas las personas que lo tuvieran guindando.


Celda donde fueron castigados
perseguidos políticos en
Venezuela entre 1945 y 1979




El resultado de esta idea más un buen Marketing terminó convirtiendo al pez de plata en un icono de la estrategia de mercadeo, y la antítesis del pez de oro que vendía el Buendía en Macondo y que nunca le dio provecho. Pero a la vez se convirtió en un hito para clasificar al pueblo latinoamericano de ingenuo.
Una historia sin peces pero de aguas turbias
Europa pasó un proceso similar al de los peces, pero con un precio mucho más caro. Comenzó a vivirlo desde el principio del siglo XIX, con los primeros procesos Nacionalistas, o vinculados a la corriente del Nacionalismo.
Esta es una corriente filosófica, política, social y económica que se centra sobre dos fundamentos, el respeto integro de la soberanía de un país a través de su Estado, y el rescate y valor de todos sus elementos históricos.
Nos atreveríamos a realizar un análisis del nacimiento del Nacionalismo, fundamentándolo en dos momentos claves de la historia. Primero la amenaza que simbolizaba el desarrollo industrial y económico de algunas naciones en pleno apogeo de la Revolución Industrial, como Estados Unidos y Reino Unido. Y segundo, la corriente filosófica del Romanticismo, que realzaba el valor del hombre y sus percepciones por encima de los procesos tecnológicos.
Muchos países Europeos vieron con buenos ojos al Nacionalismo, amarrándose a él como alternativa ante el nacimiento de nuevos imperios.
Aún en algunas esquinas de la vieja Europa quedaba el sabor agrio que dejó el Imperio Romano, la invasión Musulmán y el saldo triste de las Cruzadas y los reinados en Francia, Austria y otras naciones.
Nada mejor que defender lo que con tanto esfuerzo se había construido y establecido. Mucho de ello sobre territorios reconquistados por las Ordenes de Caballería, sobre todo la orden de Los Caballeros Pobres de Cristo u Orden del Temple. Espacios que fueron despojados cuando se eliminaron dichas casas religiosas- militares.
Entonces los hombres Europeos, cansados y asustados por el terror que causan las guerras y la muerte, se ataron a la vida a través del valor Nacional, el terruño, el pequeño pedazo de tierra que poseían…
El resultado en la mayoría de estos países, fue tarde o temprano la aparición de Líderes Nacionalistas que según ellos, tenían claras dos cosas. Primero: “Yo se bien por donde hay que encaminar a la Nación, tengo una idea clara” y Segundo: “Yo hago lo que la Nación quiere, me debo a la mayoría”.
Esas dos ideas llevaron a países como Francia a las guerras Napoleónicas, y más tarde a Alemania a dos Guerras Mundiales. Y el mayor genocidio de la historia de la humanidad, detalles en que no voy a entrar.
Otros con más suerte, sólo sufrieron inestabilidad, escaramuzas, y otras naciones como Rusia y España se vieron envueltas en guerras civiles sangrientas.
Con la creación de la ONU y la OTAN, al parecer las corrientes Nacionalistas bajaron sus ánimos, pensando en que se podía lograr un beneficio por igual para todos… Realidad que nunca ha llegado…
Los peces modernos
A América el Nacionalismo llegó muy tarde, se entremezclo con las ideas de izquierda y el movimiento anti bélico mundial, en un caldo o hervido que germinó en cabezas de muchos latinos, sobre todo de militares, y que originó el mismo sufrimiento pero con el sabor tropical que solemos darle a las cosas. Sólo los que estuvieron presos en Cárceles como El Cuartel San Carlos, en Venezuela, saben cómo era de “dulce” el trato que se le daba a quién pensaba distinto en esos tiempos.
A punta de garrote se aplacó las ideas de “cambio”, el orden tenía que imperar, disfrazado en una democracia realmente tambaleante en casi toda América, menos en Cuba.
Pero como siempre, en América las cosas se viven tarde y entrecortadas, esas ideas de cambio se fueron acumulando en los corazones de la gente que menos tenía, que más era golpeada, y nuevamente renacieron para clavarle la puñalada al viejo sistema, y terminar de matarlo…
Nuevamente renace el Nacionalismo versionado para Latinoamérica, tiene rostros, tiene nombres, tiene ideas, y viene sazonado por una mezcla de los años 60 y 70. ¿Cuál será el destino al que empuje a Latinoamérica esta tendencia?... Mientras no sea otra historia como la de los peces de plata, y realmente haga crecer a la región, pues siempre será bienvenida, y ¿si no lo es?... Seguramente aprenderemos, como aprendió Alemania, Francia, España…

jueves, 15 de noviembre de 2007

Los estadios deportivos, modernos Circos Romanos


El Circus Maximus, ubicado entre el monte Palatino y el Aventino, en pleno corazón del valle de la ciudad de Roma, en un principio fue un espacio para la diversión de los reyes Etruscos que gobernaron la ciudadela. Los primeros juegos romanos o Ludi Romani fueron organizados por un señor muy creativo, el Rey Lucio Tarquinio Prisco, quinto gobernante del linaje Etrusco. Guerrero, autoritario y urbanista, todo un ejemplo a seguir para cualquier político modernista y progresista de la actualidad, fue a este majestuoso personaje al que se le ocurrió construirse un palacio donde su silla fuera tan grande que todo el mundo pensara que era un Dios.


Para masacrar a los Sabinos y someter a ese pueblo al vasallaje, necesitó industrializar los conocimientos de guerra romanos, y perfeccionó las máquinas de guerras creadas por Julio César, en lo que sería la primera industria en serie de armas romanas pesadas.



¿Mucho parecido con la actualidad?, espere, aún hay más. Cansado de la vida común de un Rey, el aburrido monarca decidió construir una pequeña zona de juego para los ciudadanos y para él, algo sencillo en comparación con su nobleza, ¡hagamos el Circo Romano!.


El destino del pobre Tarquino no fue tan bueno como el de su creación, para que lo sepa, el pobre hombre, como todo mortal, murió asesinado vilmente y su esposa asumió el mando de Roma.


Una vez muerto el Rey, el Circo que era para divertir a los ciudadanos con carreras de caballos y obras conmemorativas de batallas de las élites imperiales, se convirtió en un lugar un poco más serio. Empezó a aparecer la gente que quería ¡más y mejor circo!, más realidad, más dureza. Entonces el Circo Romano se profesionalizó y nació la figura de los Gladiadores, verdaderas máquinas de golpes, muchos de ellos mercenarios y carniceros obligados a trabajar en este terrible y mortal empleo, con un solo fin, entretener a la gente.


Ni hablar de la cantidad de historia que se ha escrito y hasta visto en películas, sobre la vida de los pobres gladiadores y su amarga suerte. La entrada era carísima para ver un espectáculo, había reservación de puestos por clase social, comida y servicios públicos. Cualquier ciudad que quisiera ser civilizada o estar a la moda no podía dejar de tener su Circo Romano.


Como plaga se contaminó el deporte nacional romano de dar carajazos, tan tristemente se divulgó, que en la historia de una brillante civilización que desplazó la importancia de la Griega, esto quedó como una mancha gris. Mucho más oscura, después de lo que muchos Gladiadores fueron obligados a hacer a los pobres Cristianos perseguidos. Historia de otra espada.


No pasa el tiempo
No sé a usted querido lector, pero a mi me parece esto tan similar a lo que vivimos hoy en día, que lo único que me sobra es la cámara de televisión, para reconocer que, aunque pasan los años y se desarrolla la tecnología; intelectual y moralmente seguimos siendo muy primitivos.


¿No me cree?, muy bien, cambiemos los escenarios de época, sustituiremos algunas cosas, lo primero es la tierra por grama, las armas por un balón redondo de cuero, los contadores de piedra por una pizarra electrónica, los círculos por porterías y rayas, y a los gladiadores por futbolistas.


Impactante, ¿no?, cualquier amante del deporte, como lo soy yo mismo, podría pegar un grito al escuchar la comparación de algo tan sublime como el fútbol con algo tan vil como la lucha de Gladiadores del Circo Máximo. Pero es lo mismo en tiempos diferentes.


Cuando el fútbol comenzó como deporte, nació de la fila de estudiantes ingleses interesados en hace civil un juego de contacto físico demasiado agresivo, así nació el balompié o fútbol, un deporte con cierta rudeza pero apto para jóvenes de cierta clase social inglesa, que no querían andar sangrando todo el tiempo.


En sus inicios este deporte era divertido, hasta familiar, y ¿por qué no? Enviciante… Y es justamente este su mayor pecado, por el vicio y la afición que causa, no pasó mucho tiempo en convertirse en un deporte profesional, y correr la misma suerte que las actividades del Circo Máximo.


Empezó la gente, y en este caso las grandes empresas transnacionales, a ver el valor económico de este deporte, y el futbol tomó otro color, otro sabor y otro destino.


Ciertamente no hay leones, pero, ¿a quién les hace falta teniendo a Messi o a Etoó?, la competencia se ha vuelto muy ruda en el campo, los modernos gladiadores con tacos y short ya no pueden disfrutar el balompié, ahora deben dar el máximo y morir si es necesario, por un único fin, entretener.


El placer de ver sufrir
Con la muerte del jugador sevillista Antonio Puerta, se abre nuevamente el capítulo de las famosas muertes súbitas, una realidad que aqueja a nuestras modernas máquinas de entretenimiento.


La muerte súbita es simplemente la agudización de una cardiopatía o enfermedad de las vías circulatorias, que ocurre cuando no se detecta una falla genética o riesgo clínico, y el cuerpo de un ser humano es exigido a niveles fuera de lo normal. Como en el caso de nuestros deportistas.


En la antigüedad, cuando un Gladius moría a causa de una herida hecha por la espada española que le dio el nombre a los Gladiadores, la gente aplaudía de emoción por la vida entregada en este afanoso deporte romano. Hoy no aplaudimos, pero nos falta poco.


No dejamos de ver, sorprendidos, las imágenes por televisión de Puerta desplomarse, que se suman a las del jugador del Benfica portugués, Miklos Feher, entre tantos otros que han dejado su vida en la arena moderna.

Una simple reflexión 


No sé si algún filósofo romano se haya cuestionado el Circo que montaban los gobernantes de su época, me imagino que con su objetividad y capacidad para observar, alguno debió hacer algún comentario. Yo, ni a mínimo interés de convertirme en filósofo, si me atrevo a realizar una pequeña reflexión.


Después de tantos siglos de vida, y de aprendizaje como especie sobre este sabio Planeta azul, aún en pleno siglo XXI podemos premiar y seguir aplaudiendo y comprando entradas a alto precio para ver como sufre gente en un espacio y tiempo, simplemente para entretenernos un rato. ¿No habrá cosas más inteligentes y productivas que hacer?, y en beneficio de los que aman el deporte, ¿No podrá tener nuevamente el sentido que debe tener? Si en el pasado los avaros del sufrimiento y el negocio transformaron el Circo Romano, seguiremos permitiendo que en el presente lo hagan las grandes compañías? No sé si son grandes preguntas para algo tan simple, pero me la pensaré dos veces la próxima vez que grite, ¡gol!