sábado, 9 de enero de 2016

Mi botiquín de primeros auxilios emocional

Botiquín de primeros auxilios emocional

No les he hablado sobre mi botiquín de primeros auxilios emocional. Y creo que es buen momento para hacerlo.

Hace unos meses decidí emprender un viaje, dejé mi zona de confort y abandoné mi casa, mi calle, mi barrio, mi país, mi continente, y me vine a nuevas tierras, a probar suerte.

Como todo aventurero, he tenido días duros y nobles, todos con aprendizajes muy valiosos. En los días más complejos recurro a parte de mi botiquín de primeros auxilios emocional.

Al igual que cuando nos herimos contamos con un pequeño estuche con elementos de emergencia para detener el dolor, el sangrado, cubrir una herida y desinfectar. Yo tengo uno pero para las heridas del alma.

Son muchas las heridas que en una aventura se pueden producir. En tu cabeza y en tu corazón pueden abrirse y comenzar a doler, sangrar y hasta infectarse de muy malas energías.

Recuerda, eres los pensamientos que siembras, si en tu mente cultivas ideas negativas serás un nudo de problemas, si siembras en positivo recogerás tesoros valiosos.

Para curar mis heridas este botiquín de primeros auxilios emocional está compuesto por varios elementos. Primero una camisa de mi esposa con su perfume, que me recuerda la razón principal por la que lucho, mi familia. Segundo un buen dísco de Fito Páez, una conexión musical con mis mejores momentos de vida en Caracas, Tercero mis acuarelas y papel para pintar. Cuarto, un paquete de cinco libros que NUNCA conseguiría en Barcelona (editoriales venezolanas).  Quinto, foto de cada uno de mis maestros de vida, esas personas que ya no están vivas y a las que puedes hablarle a las fotos. Sexto, cinco cartas de personas a las que le cambiaste la vida y te agradecieron. Séptimo, unos collares regalados. Octavo, las tarjetitas de santos que me regaló mi abuela, mi cuñada, y mi mamá. Noveno, una foto de mi familia. Décimo, un detalle que me recuerda cada viaje que he hecho dentro de Venezuela y fuera. Onceavo, una insignia de mis equipos deportivos, aquellos por los que grité con furor.

Este botiquín lo puedes armar tu con ajustes a tu medida, pero lo importante es que siempre te cure. Tal cual como lo hace el que usas para el cuerpo.

Recuerda, en las emergencias, incluyendo las emocionales, es mejor siempre estar preparado.

¡Hasta una próxima oportunidad!