Un diálogo acalorado acompañado por una botella de vino, en una noche muy gris en La Mancha:
Don Q.: Insisto amigo Sancho, que es verdad lo que te digo, un mal mucho mayor se cierne como las cenizas de muertos sobre nuestras cabezas…
Sancho: Por más que lo intento Don, no encuentro sentido alguno a tus palabras.
Don Q.: Prueba esto último que has dicho, de que tengo razón en lo que expreso. Son peores que aquellos inmensos monstruos de viento que enfrentamos la otra vez… Ahora vienen con poderes infernales a apoderarse de nuestro bien más preciado.
Sancho: ¿De nuestras mujeres y hogares?
Don Q.: No, aún peor es que eso… De nuestro Lenguaje…
Nos roban el sentido
No, las ideas antes expuestas por nuestro Hidalgo conocido, no pertenecen a su imaginación ni a su ingenio, más bien a su astucia. Es verdad, muchos son los interesados en secuestrar el lenguaje en estos momentos.
Si en el siglo XX la riqueza era tener petróleo, en el XXI la riqueza es quién tenga información, y sobre todo que la sepa utilizar.
No es fácil señalar a los culpables, tal vez los primeros culpables somos los que nos dejamos robar sin la menor resistencia. Pero en las calles, sobre todo de nuestra amada Latinoamérica es obvio que nos secuestran el lenguaje.
Mecanismos del secuestro
Hay versiones encontradas sobre la cantidad de personas en nuestro continente que leen con facilidad. Esta polémica la dejo para después, no voy a caer en ella, por ser realmente improductiva, no importa saber cuántos leen, lo realmente fundamental es la calidad de su lectura.
Basta con pasear por las zonas culturales de una ciudad como Caracas, y ver que en cada librería o puesto ambulante, realmente hasta hace unos años templos de cultura, no se encuentra más que textos técnicos, libros de autoayuda, manuales y libros de colección.
Es mucho más difícil encontrar clásicos, y aún peor encontrar libros que promuevan el divino y celestial derecho a pensar y opinar.
Desde la Escuela
El problema no es sólo de quién edita o importa libros, el problema es desde la Escuela. Los Gobiernos no muestran ningún interés en mantener en sus programas el uso del Lenguaje como herramienta para la formación de criterios propios.
Un ejemplo de ello, en el Currículo Nacional Bolivariano de Venezuela, existen 14 puntos que lo definen, de los cuales sólo 5 mencionan el desarrollo de criterios propios en los alumnos, pero ninguno habla del uso del Lenguaje como herramienta.
Muchos de estos Currículos se inclinan más hacia las áreas prácticas y técnicas, el mismo ejemplo Venezolano posee 1 punto donde se orienta claramente el sistema educativo hacia un enfoque técnico.
Pero aún es más real la desaparición del Lenguaje de nuestras escuelas, cuando revisamos el tratamiento que se le da a esta área dentro de los diferentes niveles de educación.
Ciertamente el Currículo Bolivariano promueve la formación de jóvenes con conciencia histórica y pensamiento crítico y cooperativo. Pero en la práctica dentro de las aulas, ese pensamiento se reduce a la lectura de materiales carentes de “sustancia”. Es un hecho que más del 60% de nuestros jóvenes no lee por placer en edad escolar. De los que leen, o no les gusta lo que se les ofrece para leer y lo dejan a un lado, o por la falta de orientación, terminan leyendo sin comprender.
En la Casa
En gran medida el hogar debe ser la primera fuente de formación de conciencia a través del hábito de la lectura, pero tenemos cada vez más padres que no les gusta o no tienen tiempo para leer. ¡Claro que saben, el problema es que no pueden leer!
Hay una guerra abierta hacia la literatura crítica, la clásica y la moderna, en la que sin duda juega un papel a favor de quién secuestra el Lenguaje, la comercialización.
Quien escribe en la actualidad, lo hace pensando en que debe vender, y por ende, no importa mucho el contenido de la obra, más sí su forma. Quien visita con pasión una venta de libros se encuentra en un funeral, rodeado de textos muertos y carentes de sentido, pero con lindas tapas de colores y títulos que te señalan que pueden resolver todos tus problemas.
El Objetivo del robo
Es sencillo, a menor cantidad de libros que promuevan el pensamiento crítico, mayor cantidad de personas que trabajarán con mucha técnica y profesionalismo, pero sin mucho discutir o pensar cuál es el mejor camino para su vidas. Y llenarán este vacío con muchos productos comerciales que le den satisfacción.
Me aterra cada vez que escucho que subió el consumo de bienes comerciales en países como Venezuela. Muchos sonríen y dicen, es por la bonanza económica que generan nuestros Gobiernos. Yo lloro, al pensar que mientras hay dinero, existe gente que prefiere comprar un televisor, que garantizar la formación de sus hijos.
Una pequeña experiencia
Me considero un pésimo lector, y para nada culto, me falta mucho por leer en mi vida. Pero hubo un momento en que me sentí desesperado, que las cosas no salían como yo quería. Y mi madre me regaló “El Viejo y el Mar” de Hemingway. No sé bien que lectura le den ustedes a ese libro, pero a mí me enseñó a los 16 años, la importancia de ser paciente y comprensivo. En estos días me topé con uno de esos manuales técnicos que llenan la librería, y que lleva por título algo así como “20 reglas para ser pacientes en la vida”, y su autor jamás pudo transmitirme lo que me dejó Hemingway.
El futuro a los ojos del Hidalgo
“Bien, dijo el cura, me parece esta novela; pero no me puedo persuadir que esto sea verdad…” ¿De qué nos sirve regalar muchos ejemplares de Don Quijote?, que se perderán en un rincón sin la orientación adecuada… ¿Es un fin económico y político lo que está detrás del secuestro del Lenguaje?... Como fuese, desaparecer el verdadero valor del Lenguaje atenta contra la libertad misma del hombre y su vida plena.
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