Foto galería de la gente con sus posesiones. Autor: Huang Qingjun.
Hoy llegué a comprar una empanada (pastel) y pedí de carne molida - un señor que seguía en la cola pidió una igual y le dijeron "ya no quedan", el señor preguntó si no salían más, ya que no podía comer queso, entonces no tardé en decirle a la señora "dele la mía de carne molida y póngame de queso"... fue medio minuto de silencio muy largo, el señor me miraba atónito y cuando pudo hablar sólo alcanzó a decir: "no tienes por qué molestarte, gracias", le dije: "para mi no es molestia".
Gula de los sentidos
Estamos amarrados a uno de nuestros peores pecados, el de la gula. No por la comida, sino por satisfacer a nuestros insaciables sentidos con cosas y más cosas. Bajo el principio de "todo debe ser mío, lo merezco".
Hay aún más valientes entre los arriesgados a justificar esta gula perversa, que se atreven a decir que es una ley del Universo el hecho de merecer todo por ser los hijos predilectos de Dios en su creación. Algunos se inspiran en una mala revisión de los fundamentos del Thao ó de Leyes Universales como la de la atracción.
Realmente no entendemos los hilos que mueven el Universo, para suerte de éste, esa incomprensión nos aproxima de forma errada a él y los beneficios de estar contenidos en su jarra infinita.
No nos merecemos todo
Es mentira, NO nos merecemos todo, aunque seamos la creación predilecta de Dios, porque nos hizo con voluntad y amor, no nos da mérito para apoderarnos de todo. Realmente no somos dueños de nada.
Les coloco el siguiente ejemplo: Luis TIENE carro, casa, muebles caros, su PS4, dos PC y Wifi, esposa, un hijo y un perro. Sería una lista que pudiéramos hacer, y que como el fotógrafo dueño de la imagen de este post, podríamos atrevernos a fotografiar con exactitud.
Realmente nada de lo que Luis enumera como suyo, lo es. Cuando Luis muera el que creía que era su carro, pasará a ser de otro, su casa será vendida, alquilada o demolida. Sus caros muebles serán reconvertidos en otros o pasarán a un basurero. Su PS4 seguramente será obsoleto y estará en la basura. Sus PC las habrán usado sus hijos, en el mejor caso, y luego terminarán desarmadas o como desperdicio. Su esposa, al ser vista como una posesión, de seguro que duraría muy poco con él, y más por el miedo que por decisión propia. Su hijo seguro crecerá, se irá de casa y fundará su hogar, siguiendo el ejemplo de su padre, abandonándolo para conseguir sus propias cosas. Al final del camino tal vez el perro de Luis, su verdadero buen amigo, le lloré en su ausencia y muera de tristeza a su lado, si no es regalado o dejado en el abandono.
Esta pequeña historia revela que no somos dueños de absolutamente nada en el Universo, más que de nuestra propia alma y voluntad. Y es allí donde radica el secreto de todo.
Nuestra voluntad y alma nos permiten expresarnos en el mundo, y ver y hacer la vida de una forma. Cuando nuestra alma lucha con su voluntad por algo, cualquier cosa que se desee, el Universo premia ese sacrificio con la obtención de lo anhelado. Esto es una regla universal, simple y pura.
Pero esta lucha implica el sacrificio. Tenemos que desprendernos dolorosamente del pasado, soltar las ataduras de lo imposible o lo que no fue, para poder conseguir lo que anhelamos.
Convivir en el Universo
Cada filosofía tiene su acercamiento para llevar a las personas a la comprensión de su posición adentro del Universo y el conocimiento de las herramientas para atraer cosas formidables a su vida. Así pues, los Católicos hablan de la caridad, los Judíos del ayuno y el ayudar a sus hermanos, los Musulmanes del sacrificio, los taoístas del camino, los budistas de la paz, los masones de las leyes universales de la construcción, entre otros.
Nuestra sociedad nos exige, demanda a gritos, aprender a sacrificarnos con piedad y devoción para que otros, nuestros hermanos, disfruten de beneficios. Ese sacrificio no debe esperar nada a cambio, pero sin duda es un paso constante hacia el desprendimiento que acerca de forma contundente a nuestras vidas las cosas que anhelamos.
Por mi parte disfruté de una sabrosa y jugosa empanada de queso, con la satisfacción de saber que alguien más comió gracias a mi sacrificio.
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