Pintura de una familia de Brasil realizada por el retratista
neoclásico Jean-Baptiste Debret (1768-1848)
Hace algunos años tuve una alumna de origen portugués. Hermosamente
muy portuguesa, de rasgos muy marcados, huesos muy fuertes, ojos profundamente
grandes y una mirada honda. Labios pronunciados y una dentadura envidiable.
Cabello castaño tostado del Mediterráneo. Pequeña de tamaño y con una voz muy
aguda.
Sin duda que destacaba del promedio de sus compañeros con
características físicas más típicas de las costas caribeñas y del Mar Caribe. Era
como una exclamación entre tantas palabras similares.
Evidentemente, esperaba yo, como ustedes, que el nivel de
mis alumnos universitarios les llevara a hacer descripciones similares de su
compañera. Pero no sucedió, por el contrario la incomprensión de lo desconocido,
el temor a lo diferente se apoderó del grupo.
Y apareció la oportunidad para los más inseguros de sí mismos. Señalarla a ella, y burlarse de sus
diferencias parecía satisfacer una falsa seguridad de pertenencia e inclusión
social “nosotros sí somos los mejores, somos iguales”.
Soporté dos y tres clases de lo mismo, mi alumna llorando,
los otros disfrutando entre murmullos y risas. Hasta que me harté, e hice lo
que creo que todos debemos hacer. Paré mi clase y dije “vamos a hablar sobre el
racismo, y el respeto al otro”.
En seguida salieron los teóricos luchadores progresistas a
decir “por qué es malo el racismo”, dejé que argumentaran todo. Y en un punto
dado, les dije que todos eran bien racistas. La reacción fue reírse. Pero la
risa duró poco, muy poco… Cuando se identificaron en las bestias que tan bien
habían definido. ¡Racistas! Porque el racismo no es sólo de blancos hacia
negros.
El odio no acaba con
el racismo
La violencia y el odio nunca son la solución para este tema.
“Es una expresión social”, pues a mi parecer la peor. Justamente el racismo es
un tipo de violencia que normalmente termina cobrándose la vida de un inocente.
Apagar la violencia con más violencia siempre es una mala elección.
Al racismo se le apaga con educación.
Ocultarlo no acaba
con el racismo
Increíblemente la moda entre los anti-racistas es borrar al
racismo de cualquier lado, tirando estatuas del pasado. Prohibiendo cintas de
cine, ocultando publicidad de épocas en que el racismo campeaba.
Si al racismo se le oculta, el resultado inmediato es su
reaparición, sin maldad aparente en un principio, como el ejemplo de mis
alumnos. Pero que progresivamente va volviendo un infierno la vida de los
afectados. Porque el racismo sobrevive en la ignorancia de conocerse a sí
mismo. Cuando el racista se identifica, y entiende lo absurdo de su actuar,
suele dejar de comportarse inmediatamente de esa manera.
Borrar al racismo y al racista NO hará que esto desaparezca,
sino más bien producirá más racismo a corto plazo, y sin tener ninguna
herramienta a la mano para poderlo ejemplificar, e identificar.
¿Realmente estás luchando contra el racismo, o simplemente
estás buscando una buena razón para seguir odiando?
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