sábado, 5 de marzo de 2022

Una barricada ante el odio

Foto de: 
@KSergatskova

Seguramente, si estás leyendo esto, es que, como yo, tienes ya varios días en que intentas vivir con cierta normalidad, pero esporádicamente, en tu teatro de vida diaria, te vienen escenas a la cabeza que no son propias de tu vida actual. 

Imaginas, mientras pones la mesa para la cena, que hay miles de ucranianos que no han comido nada en días, encerrados en concreto, acompañados solo por el olor de la sangre y el estruendo de las bombas que, a su paso, van destrozando todo y a todos los que conocen.

Sales a pasear, con la libertad de vivir en un país democrático y seguro, y esa voz en tu cabeza te dice que hay miles de niños llorando, en shock, viendo como matan a sus amigos, a sus familiares, a sus padres.

Ayer lo tenían todo, y la ambición y desquicio de un sólo hombre les ha hecho quedarse sin nada, y temer por sus vidas.

Entonces la impotencia te paraliza, y te preguntas ¿Por qué no hacemos nada?

Cuando se te pasa el calorón de la rabia por la injusticia, te das cuenta que hacer cualquier cosa contra un enfermo de poder, desquiciado y descontrolado, sólo conlleva a enfrentarte directamente contra él. 

Y es cuando reflexionas: Esto no puede volver a pasar en un futuro, sea cual sea el fin de esta historia, no puede seguir siendo tan fácil para un sólo hombre movilizar tanto odio en contra de otros. 

¿Cómo se puede cambiar algo así? Tal vez el problema no es que un sujeto tome un altavoz y diga que quiere acabar con otros, el problema es que tenga a miles que manejen sus tanques, y disparen sus armas.

Entonces el peso de esta realidad se hace mayor, no se trata sólo de un criminal, sino de una cantidad de personas que, movidos por la razón que sea, sirven de brazo ejecutor del odio, aún, a expensas de sus propias vidas.

¿Cómo se detiene tanta crueldad? 

No tenía pista de ninguna respuesta hasta que hoy, viendo inerte mi línea de tiempo de Twitter, vi la foto de la periodista ucraniana Katerina Sergatskova, de la ventana del investigador urbano, Lev Shevchenko.

La periodista, junto con la foto que aparece en este post, colocaba:

"Esta es la ventana del investigador social Lev Shevchenko en Kyiv. Se atrincheró con libros para evitar que los cristales volaran hacia adentro de su habitación, durante el bombardeo"

El retrato de una simple acción, me hizo pensar: ¡Es verdad!, es en el uso que demos a los libros en donde encontraremos la mejor barricada ante el odio. 

No son los libros, como objetos, porque están siempre bajo nuestro poder. Es el uso que hagamos de ellos, de su poder para contener, y al mismo tiempo, atrapar, cualquier idea y sentimiento, y transformarlos, moldearlos, para ser mejores personas.

No sé bien que escribe Lev Shevchenko, ni lo conocía hasta la foto, pero sin duda ya me cae muy bien. Porque los libros están allí, siempre, para protegernos. Y depende de nuestra inteligencia, saber darles el uso correcto.

Tal vez, la foto fuese simplemente una excusa, la mejor que encontré, para poder escribir sobre este tema. Porque tengo días que no encuentro como expresar lo que siento. En general, sobre el tema de la guerra, sea el país, y el momento que sea.

¡PAZ!



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