jueves, 6 de marzo de 2008

Mientras exista una hoja siempre habrá esperanza para el árbol…


Imagen cortesía de http://www.mundopoesia.com

Hoy no quiero escribir sobre lo que pasa o pasó, hoy me tomaré el permiso de escribir sobre lo que no quiero que pase…
Tómelo, querido amigo, como un grito desesperado, si quiere imagínelo, a todo pulmón, con los brazos abiertos y los ojos mirando al cielo, en busca de una señal, por lo menos un rayo, un chaparrón, algo que nos permita borrar lo que no ha pasado pero podría pasar….
El miedo
Es probable que entre los seres humanos existan dos tipos de conciencias muy particulares, aquellas que no identifican a la muerte como algo tangible, y a las cuales la vida les parece una eterna juventud de riesgo, gozo y despilfarro. Y otras que, preveen la muerte desde temprano, y tienen un amor frenético por la vida, por el disfrute de los sentidos, por el valor de los otros y las cosas.
Para este tipo de conciencias, el valor de la PAZ es distinto, unas son más flexibles, y podrían tolerar la adrenalina que causa el violentar la estabilidad de su hogar, de su vida, por un interés personal mayor.
Para los otros, la PAZ es un principio que no se presta a discusión.
La muerte
Lejos estaré de intentar retratarla, más bello es un nacimiento que un último aliento… Pero quién ha tenido la muerte en frente, quién la ha visto como arrebata la respiración, el brillo en los ojos, el aliento, y con ellos, los sueños y proyectos del alma que absorbe fuera del cuerpo. Quién le ha visto muy de cerca, sabe que la Muerte es ausencia, es silencio, es fin de un estado.
No quiero entrar en la discusión de si es fin de un estado y comienzo de otro… Cada quién piense lo que le plazca. Pero en lo que si coincidimos, es que es final de una etapa, de un momento.
Quien la padece nunca lo ha podido contar, algunos dicen que se le han podido escapar, y la conocen, otros que han podido hablar con quién la ha vivido. Lo cierto es que morir es abandonar, es dejar, es ausencia…
La muerte con dolor, es terrible para quien la sufre, como para quién es doliente, porque de golpe se dejan muchas cosas de hacer y decir, muchas historias cortadas, muchos momentos mutilados, y el dolor arruga el alma, los recuerdos, las fotos.
Y la preocupación de todos los que vivimos, que la contundente y puntual muerte no nos tome cuando los nuestros más nos necesitan. ¿Cómo quedaran los cercanos cuando ya no estemos?, es una pregunta constante en las cabezas de algunos.
La muerte con violencia no es sólo ausencia, es desolación… Porque el sistema o micro mundo al que pertenece ese momento de vida que muere, se destruye, se descompone, se desmigaja…
La Guerra
Históricamente el hombre ha peleado por lo que cree justo… En la antigüedad con más valores, moral y dignidad, y hoy con más repugnancia y sin sentido. La Guerra ha sido una nube negra sobre nuestras cabezas desde que no teníamos ropaje. Esa acción que nos inclina a eliminar a otro a través de la violencia, y que va en contra de nuestra conciencia más no de nuestra naturaleza, está siempre anclada en una idea superior, en un Ideario o Ideal. Este Ideal se caracteriza por ser intangible, muy lejano, y exigente. Algunos han hecho la Guerra por Dios, otros por la belleza, unos cuantos por defender su justo espacio para desarrollarse como raza única y elegida, y últimamente contra enemigos invisibles y muy peligrosos como El Terrorismo.
Es curioso, en una Desgraciada Guerra, todo el mundo se queda impresionado por el movimiento en conjunto de una masa agresiva y fuerte… puede ser humana, mecánica, electrónica… Pero nadie piensa en qué hay después… qué hay más allá…
¡Que lindo!, los tanques, los aviones, los soldaditos todos de verde, las armas… Que impresionante…
Cuando se vive
Deja de ser lindo, y sorprendente, para ser aterrador y escalofriante, cuando los que se mueven para pelear por un intangible, pelean en medio de lo que era nuestra ciudad, nuestro pueblo, casa, calle, parque…
Y como una película de terror que nos desorienta y desordena, vemos como todo a nuestro alrededor se llena de desolación… de muerte…
Y entonces entendemos que la Guerra tiene un único sinónimo, y resultado, la MUERTE y la DESOLACIÓN.
No hay ganador, no hay vencido, no hay ideal alcanzado, ni siquiera está más cerca… es peor, se aleja, no hay nada… hay vacio… que se llena por llanto, que se llena por lamento.
Y se escuchan las voces de los que aprendieron la lección, “Ojalá esto nunca hubiera pasado”…
¿Qué deja?
Si, es vacio, pero algo queda entre los escombros, entre la desolación… queda una evocación, un aprendizaje, un grito mudo del verdadero valor que tiene la vida. Queda la conciencia de la PAZ, y de cómo el hombre vence al caos con el ORDEN y la PAZ.
Entre cuerpos destrozados y sueños rotos, entre casquillos y huecos de metrallas, queda la victoriosa conciencia de lo importante de estar vivos y amar la vida.
Entonces es cuando entendemos que los que dicen, escriben, hablan y sueñan con la vida, la paz, el amor, la humanidad, no son tan locos… no son tan idealistas, más bien son los más cuerdos y guardianes de un tesoro, que ante la desolación vale el doble, la esperanza.
El llamado
Escribo estas líneas con toda mi esperanza de que la lean los Soldados que hoy mueven sus pies de plomo al compás de masa en las fronteras de nuestro amado continente Americano, en especial entre los que pudieran luchar por unos ideales que son intangibles, para que piensen en lo antes descrito, y reflexionen.
No es un análisis, no es una posición política, es una petición realista y sincera de un tonto soñador y loco, garante de la esperanza.
Hay muchos sueños en estos suelos, muchas vidas, muchas metas, mucho por hacer, y demasiado que no se ha hecho, para sembrar desolación y muerte, en vez de dar vida y PAZ.
Ahorita que termino estas líneas en las cuales me extendido, me quedan muchas cosas por decir en el pecho, pero prefiero resumirlas. Mientras haya una hoja, siempre habrá una esperanza para el árbol.

V

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