Así quedó la cadera de nuestra querida murciélago
Siempre me río un poco con las historias de la dominación zombi,
hasta que en estos días vi una película que se llama La Colonia, y entendí que
sí podemos ser dominados por ellos, y su origen estaría en nosotros.
En la película un grupo de gente practica canibalismo para
salvarse de una terrible era invernal. Cuando camino por las calles de mi
ciudad de concreto y asfalto, Caracas, siento que el frío extremo no es ni siquiera
necesario ante la actitud de zombis con la que llevamos la vida.
La inocencia canina
Nuestra perrita, realmente más de mi hermano que mía, pero
nuestra porque está en la casa, llegó al
hogar hace unos meses. Al igual que mi otra perra Maisha, viene de la calle.
Murciélago, como la bautizamos en broma por ser negrita y
fea la condenada, tenía un alma adorable, era juguetona, saltaba y brincaba
cuando sus amigos llegaban (nosotros, que no somos sus amos, porque no es nuestra esclava).
La alegría se la arrebató una desgraciada mujer al volante,
manejando a alta velocidad por la cuadra de mi casa. Murciélago salió
corriendo, escapada por debajo de la puerta gracias a unos trabajos que se
estaban haciendo, y la insensible mujer no la vio, le pasó por encima y arrancó
a correr, partiéndole en mil pedazos la cadera.
Allí comenzó nuestro martirio. Mi hermano y mi persona no
tenemos dinero en abundancia, y mi hermano espera un bebé para los próximos
meses. La situación económica del mundo y del país, pega más fuerte en una
ciudad donde la solidaridad no es un valor aprendido.
El maravilloso apoyo
Comencé a hacer lo que mejor sé, comunicarme por todas las
redes sociales que conozco y en las cuales hay grupos de proteccionistas. De
inmediato pensé en mis alumnos de Huellas Caracas, porque recordé las clases en
las que les permitía entrar con cuanto animalito atendían.
No tardó mucho en llegar la ayuda, mucha gente escribiéndome
y dándome instrucciones de qué hacer y a dónde dirigirme.
La historia apenas se está contando… Mañana hay que ir a
varios cirujanos caninos especialistas, y seguir llamando a gente, para sacar a
murciélago del episodio en que lo colocó una condenada mujer (porque está por
hecho que se encuentra condenada a la peor de las suertes, a entenderse con su
conciencia).
La operación es riesgosa y delicada…
A lo mejor corremos con suerte y el apoyo se cristaliza en
un buen resultado. Pero no puedo dejar de pensar en el apocalipsis zombi que se
nos avecina con gente indolente, agresiva, grosera y egocéntrica.
De todas formas siempre existirán las colonias de personas
de corazón, como mis alumnos de Huellas Caracas, o la gente de Misión Nevado,
el doctor Jorge Tartaret, el doctor Daniel Torres, la gente de Aproa y los demás proteccionistas que tan
oportunamente me atendieron. Mientras ellos existan siempre habrá esperanzas
para la humanidad. Porque salvar a un animal no es mayor ni emblemática gesta,
pero si expresa con contundencia lo que llevamos en el alma.
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