En estos tiempos en los que dejar a una persona por otra es como seleccionar una lata de refresco de una heladera, me puse a pensar cómo poder decirle a la gente que se acerca a otra por admiración y amor, que siempre desconocemos el fin de la historia y por eso no vamos a parar…
¿Quiénes se conocen?
Es asombroso ver como para las personas es más fácil reconocer vida en los animales, las plantas y hasta en objetos inanimados o fantásticos, antes de poder reconocer la mismísima existencia de otra persona.
Nos cuesta mucho ver la humanidad de otro que es igual a nosotros. Y precisamente allí se comete el primer error, cuando conocemos a alguien y no entendemos que alguien es, pues eso, ¡alguien! No es una cosa que se pueda poseer con la frases famosas de “mi novi@”, “mi pareja”, “mi amorcito”, “mi…”, o que se llame: “peluchito”, “caramelito”, “negrita”, “flaquita” y todos los diminutivos que usted pueda imaginar.
Porque es que un diminutivo cumple muy bien su función, no es ser cariñoso o amoroso, es disminuir la humanidad y la existencia del otro hasta un punto que más o menos podemos manejar sin que la existencia del opuesto nos genere caos.
El problema de los diminutivos, los adjetivos posesivos como el “mi” y la cosificación de la pareja hasta el extremo de darle nombres de objetos reales o fantásticos, es que sencillamente nos impide conocer a ese otro ser con el que supuestamente estamos compartiendo.
Cuando podemos superar estas barreras mentales, nos encontramos de frente con otro, que a su vez tiene un nombre, una vida, una forma de pensar, de actuar, de crear, que debería por lo menos agradarnos para poder tenerlo cerca.
Yo sé que cambiará
La mente humana es infernal cuando se lo propone, y se expresa en la famosa frase “yo sé que ella o él es así, pero estoy seguro, muy seguro que va a cambiar, yo lo haré cambiar”. Lo máximo a lo que llega esta frase, resultado de ver al otro como un perol que se puede mover y deformar, es a la ruptura abrupta de la relación y hasta del trato.
SI tengo X cantidad de años viviendo así, y me gusta, ¿para qué coño me vas a cambiar?, para eso busca otra persona que sea como tú deseas…
Hablamos de cambiar, y no de evolucionar, la gente crece, corrige defectos, y tiene que aprender a ser tolerante si va a compartir con otra, pero en ningún momento debe sacrificar su esencia a expensas de ser como la otra persona desea que fuere.
Divergir o Imponer
Se puede divergir en un tema y discutir al respecto, y no es necesario bajar el nivel de la discusión a un plano sentimental y emotivo porque allí se empastela todo. Ahora cuando se trata de divergencias durante la toma de una decisión, la discusión es diferente, porque requiere de una conclusión, y es allí cuando las dos personas deben saber que es imposible que alguien se imponga, debe haber diálogo y acuerdo, porque de lo contrario tarde o temprano la imposición pesa en la relación.
No es lo mismo discutir sobre el color de zapatos que usas frecuentemente, a tener que decidir un viaje por razones laborales, o una relación a distancia.
Nada es eterno en la vida…
Cuando pensamos que cumplir los pasos antes señalados nos garantizaba continuidad, nos damos cuenta de que, como dice la canción, nada es eterno en la vida.
Y es que es obvio, estamos con otra persona, que al igual que nosotros, crece y va cambiando sus gustos, inclinaciones, metas y estilo.
Claro, existe un mínimo de tolerancia en el que estos cambios, cuando ya se es una pareja estable o se es casado, se deberían procesar siempre incluyendo al otro. Pero esto sólo va a depender de la madurez de la persona que está cambiando.
Que dos personas se separen es algo tan común como que se unan, no es una tragedia universal de la traición y el dolor, aunque para quién ha sufrido una ruptura esta frase sea muy lejana.
Un reto
Estar en pareja es crecer, cuando dos se conocen es para sumar, y aún cuando se separan, en el tema de la ruptura, también hay crecimiento.
Quienes se separan tienen un reto inmenso, y es el de ver con madurez la separación. Entender que ya no se coincide es una tarea titánica, que no se lleva el mismo camino ni los mismos objetivos, y que por esto no se es más miserable, traidor, sucio y ruin.
Comprender con claridad que dos personas con vidas propias se pueden encontrar y al mismo tiempo se pueden separar, es un proceso que nos garantiza crecimiento espiritual y mucho aprendizaje.
Y aunque universalmente, el hombre ha hecho de estos dos momentos, el amor y el desamor, fuente de inspiración para los más increíbles poemas, canciones, pensamientos, pinturas, etc. En el fondo no deja de ser un proceso de la naturaleza divina el poder acercarse y alejarse de los otros.
¿Quiénes se conocen?
Es asombroso ver como para las personas es más fácil reconocer vida en los animales, las plantas y hasta en objetos inanimados o fantásticos, antes de poder reconocer la mismísima existencia de otra persona.
Nos cuesta mucho ver la humanidad de otro que es igual a nosotros. Y precisamente allí se comete el primer error, cuando conocemos a alguien y no entendemos que alguien es, pues eso, ¡alguien! No es una cosa que se pueda poseer con la frases famosas de “mi novi@”, “mi pareja”, “mi amorcito”, “mi…”, o que se llame: “peluchito”, “caramelito”, “negrita”, “flaquita” y todos los diminutivos que usted pueda imaginar.
Porque es que un diminutivo cumple muy bien su función, no es ser cariñoso o amoroso, es disminuir la humanidad y la existencia del otro hasta un punto que más o menos podemos manejar sin que la existencia del opuesto nos genere caos.
El problema de los diminutivos, los adjetivos posesivos como el “mi” y la cosificación de la pareja hasta el extremo de darle nombres de objetos reales o fantásticos, es que sencillamente nos impide conocer a ese otro ser con el que supuestamente estamos compartiendo.
Cuando podemos superar estas barreras mentales, nos encontramos de frente con otro, que a su vez tiene un nombre, una vida, una forma de pensar, de actuar, de crear, que debería por lo menos agradarnos para poder tenerlo cerca.
Yo sé que cambiará
La mente humana es infernal cuando se lo propone, y se expresa en la famosa frase “yo sé que ella o él es así, pero estoy seguro, muy seguro que va a cambiar, yo lo haré cambiar”. Lo máximo a lo que llega esta frase, resultado de ver al otro como un perol que se puede mover y deformar, es a la ruptura abrupta de la relación y hasta del trato.
SI tengo X cantidad de años viviendo así, y me gusta, ¿para qué coño me vas a cambiar?, para eso busca otra persona que sea como tú deseas…
Hablamos de cambiar, y no de evolucionar, la gente crece, corrige defectos, y tiene que aprender a ser tolerante si va a compartir con otra, pero en ningún momento debe sacrificar su esencia a expensas de ser como la otra persona desea que fuere.
Divergir o Imponer
Se puede divergir en un tema y discutir al respecto, y no es necesario bajar el nivel de la discusión a un plano sentimental y emotivo porque allí se empastela todo. Ahora cuando se trata de divergencias durante la toma de una decisión, la discusión es diferente, porque requiere de una conclusión, y es allí cuando las dos personas deben saber que es imposible que alguien se imponga, debe haber diálogo y acuerdo, porque de lo contrario tarde o temprano la imposición pesa en la relación.
No es lo mismo discutir sobre el color de zapatos que usas frecuentemente, a tener que decidir un viaje por razones laborales, o una relación a distancia.
Nada es eterno en la vida…
Cuando pensamos que cumplir los pasos antes señalados nos garantizaba continuidad, nos damos cuenta de que, como dice la canción, nada es eterno en la vida.
Y es que es obvio, estamos con otra persona, que al igual que nosotros, crece y va cambiando sus gustos, inclinaciones, metas y estilo.
Claro, existe un mínimo de tolerancia en el que estos cambios, cuando ya se es una pareja estable o se es casado, se deberían procesar siempre incluyendo al otro. Pero esto sólo va a depender de la madurez de la persona que está cambiando.
Que dos personas se separen es algo tan común como que se unan, no es una tragedia universal de la traición y el dolor, aunque para quién ha sufrido una ruptura esta frase sea muy lejana.
Un reto
Estar en pareja es crecer, cuando dos se conocen es para sumar, y aún cuando se separan, en el tema de la ruptura, también hay crecimiento.
Quienes se separan tienen un reto inmenso, y es el de ver con madurez la separación. Entender que ya no se coincide es una tarea titánica, que no se lleva el mismo camino ni los mismos objetivos, y que por esto no se es más miserable, traidor, sucio y ruin.
Comprender con claridad que dos personas con vidas propias se pueden encontrar y al mismo tiempo se pueden separar, es un proceso que nos garantiza crecimiento espiritual y mucho aprendizaje.
Y aunque universalmente, el hombre ha hecho de estos dos momentos, el amor y el desamor, fuente de inspiración para los más increíbles poemas, canciones, pensamientos, pinturas, etc. En el fondo no deja de ser un proceso de la naturaleza divina el poder acercarse y alejarse de los otros.
3 comentarios:
Te dejo una frase de Blas Pascal que resume muchísimo mi opinión:
"A fuerza de hablar de amor, uno llega a enamorarse"
¡Saludos!
Alguien dijo, "amar es idealizar a tu pareja por encima del resto". Y es bien cierto, el problema radica en cuando te das cuenta de que esa persona tan "perfecta" solo es humana, con sus virtudes y defectos. Cuando tratas de sacarla de ese encasillamiento de la que le has hecho objeto -es cuando percibes la perspectiva suficiente- Intentar imponerte no funciona, intentar cambiarla tampoco, lo único correcto a mi entender es amoldarte como lo hace el agua al vaso que la contiene. Toma su forma pero no pierde su esencia. Eso es amar
Que bueno es integrar experiencias y conceptos sobre un tema que puede servir de orientación para muchas personas que se sienten desorientados en el momento que viven con sus parejas.
Muchas gracias a Anis y a Mac Dubh por sus comentarios...
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