¿Cuántas veces has actuado apresuradamente ante una
situación en la vida?, estarás en este momento disparando cientos de imágenes
del pasado reciente que recuerdas y las cuales hasta de forma vergonzosa
hubieras preferido que nunca ocurrieran.
¿Cuántas veces has huido de un espacio, lugar o momento que
merecías disfrutar?, igualmente debes estar pensando en muchas situaciones.
¿Cuántas veces te has dejado apoderar por un impulso
destructor o de ira y has dicho o hecho cosas tan terribles que hubieras
preferido evitarlas?
Aunque no lo creas la respuesta a todo esto es sencilla de
escribir y muy difícil de practicar, la herramienta para evitar estos momentos
consiste en el “no hacer”.
La práctica del no haré
Es una cuestión de ejercicio, para poder acondicionar a la
mente a este principio tan desarrollado por el Thao y por creencias como el
Budismo.
Una buena representación del beneficio de aplicar esta
técnica de forma práctica nos la demostraría la hipotética situación de un buzo
que se quedara de pronto sin aire a unos cuantos metros de profundidad.
Si actuara impulsado por sus miedos, se desesperaría y
comenzaría a malgastar su aire y moriría ahogado, y si se molestara se hundiría
y dejaría morir de la rabia. En ambos casos el destino sería el mismo.
Si no actuara tuviera unos segundos para tomar el control de
la situación, analizarla desde otra perspectiva y buscar una solución que, a lo
mejor, le permitiría salir de un problema que compromete su vida.
En eso consiste en Actuar No Actuando, no quiere decir que
te quedes sentado a esperar que todo pase, se refiere a no hacer nada que rompa
el equilibrio entre tu alma, tu cuerpo, tu mente y el Universo.
Recuerda que no podemos decidir qué nos pasará mañana, más
si tenemos el poder de decidir como actuar ante lo que nos pasa.
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