Extraída de Wikipedia
Una vez jugábamos fútbol en el vecindario contra una pared, mi hermano hacía de portero, y en una de esas de la vida, tapó un cañonazo que terminó haciendo ir el balón hacia una calle más abajo, donde unos vecinos jugaban pelotica de goma.
Al ver rodar el balón, un malintencionado de cómo 12 años le pegó una patada y lo mandó dentro de una casa, y se comenzó a reír.
Mi hermano se metió al patio de la casa y buscó el balón, no habían pasado 5 minutos cuando vemos venir rebotando una pelotica de goma marrón, la cual sin duda fue tomada por un amigo que jugaba con nosotros y fue lanzada a la estratósfera.
Creo que aún buscan la pelota, 15 años después…
En aquél momento le pregunté a mi amigo, “¿Por qué la lanzaste?” Y él me respondió: “lo que es igual no es trampa”.
La triste historia de Tailón
El famoso “ojo por ojo y diente por diente” que en sus primeros días era textualmente aplicado, sacaste un ojo y yo te saco uno tuyo, ¿tumbaste un diente? Entonces abre la boca, nació con el famoso y escolarmente conocido Código de Amurabi.
Escrito en 1692 a.c, es uno de los primeros compendios de leyes que se conocen, gracias a su creador, el Rey Amurabi, casualmente único monarca mesopotámico que no se consideraba descendiente divino, más si favorito de las diosas.
Amurabi despertó un día con la idea apasionada de escribir todos los reglamentos que de una u otra forma se cumplían verbalmente entre su gente. La iniciativa buscaba complacer a los dioses.
282 reglas cotidianas normaban la vida en Mesopotamia, escritas en una piedra de basalto de 2,25 metros de altura. Resumiéndolas, si te portas mal se te devolverá lo que hiciste, con un castigo de igual proporciones.
Rompiste un hueso ajeno, te rompemos uno propio. Quemaste una casa ajena y se murió el hijo de alguien, pues quemamos la tuya con tu hijo adentro.
El control de la venganza
Ciertamente, hoy nos parecería una locura vivir así, aunque créanme que hay países que aún se rigen por este “celestial” código. El derecho civil y penal ha evolucionado de tal forma que hay muchas causales que agravan o aligeran las culpas y los castigos. Pero el principio de justicia sigue basado en “dar a cada quién lo que merece”.
Lo que ocurre es que si bien el código de Amurabi nos parece una locura, peor es la libre venganza en su esencia. Todas las doctrinas de fe la tienen prohibida, de una u otra forma. Las sociedades Occidentales la consideran un acto barbárico, y los Orientales una acción que genera Karma, o peso en el alma.
Lo que es humanamente común, es que la venganza no genera nada bueno, si bien por segundos satisface los sentidos, al ver resarcido el daño que se ha recibido. Luego genera el doble de culpa, de incomodidad, y de violencia.
La Guerra y la Venganza
Es una contradicción, que raya en la hipocresía, que mundialmente se señale a la venganza como algo negativo e intolerable, cuando es el principio de casi todas las guerras. Pareciera que cada Sociedad ve con buen ojo la venganza cuando se trata de hacerle la guerra a otro grupo ajeno, pero cuando la venganza se interna en las bases de esta, pues ya la cosa no es tan agradable.
Es como si se tratase de un partido de fútbol, que bueno es hacerle 15 goles al otro, pero que terrible es un autogol.
Hay algunos que justifican las Guerras como momentos que han aportado gran evolución científica y técnica a la humanidad. Me pregunto yo ¿no podemos hacer lo mismo sin que muera nadie?, ¿quién justifica la venganza entre naciones de esta manera, no está jugando a descalificar al otro, a tratarlo como un objeto de laboratorio, que sirve de prueba para la evolución y el beneficio de su sociedad?
Coincido con un amigo, la venganza es deplorable porque es fiel demostración de ignorancia, miedo, y no es la mejor vía para detener la violencia y podernos organizar.
Pero más deplorable es la venganza organizada, aquella que nace en los cuarteles, y que se justifica con discursos políticos e informes inexactos, esa es una venganza más cochina, más baja, menos humana.La mejor forma de contrarrestar la venganza y el origen de la misma, es sujetivizar, ¡vamos todos a sujetivizar!, entendamos que el que está en frente, aparte de nuestras diferencia con él, es un sujeto con sentimientos, con alma, con futuro, en fin, una parte de nosotros. Así no habrá más venganza, y mucho menos razón para ella.
Al ver rodar el balón, un malintencionado de cómo 12 años le pegó una patada y lo mandó dentro de una casa, y se comenzó a reír.
Mi hermano se metió al patio de la casa y buscó el balón, no habían pasado 5 minutos cuando vemos venir rebotando una pelotica de goma marrón, la cual sin duda fue tomada por un amigo que jugaba con nosotros y fue lanzada a la estratósfera.
Creo que aún buscan la pelota, 15 años después…
En aquél momento le pregunté a mi amigo, “¿Por qué la lanzaste?” Y él me respondió: “lo que es igual no es trampa”.
La triste historia de Tailón
El famoso “ojo por ojo y diente por diente” que en sus primeros días era textualmente aplicado, sacaste un ojo y yo te saco uno tuyo, ¿tumbaste un diente? Entonces abre la boca, nació con el famoso y escolarmente conocido Código de Amurabi.
Escrito en 1692 a.c, es uno de los primeros compendios de leyes que se conocen, gracias a su creador, el Rey Amurabi, casualmente único monarca mesopotámico que no se consideraba descendiente divino, más si favorito de las diosas.
Amurabi despertó un día con la idea apasionada de escribir todos los reglamentos que de una u otra forma se cumplían verbalmente entre su gente. La iniciativa buscaba complacer a los dioses.
282 reglas cotidianas normaban la vida en Mesopotamia, escritas en una piedra de basalto de 2,25 metros de altura. Resumiéndolas, si te portas mal se te devolverá lo que hiciste, con un castigo de igual proporciones.
Rompiste un hueso ajeno, te rompemos uno propio. Quemaste una casa ajena y se murió el hijo de alguien, pues quemamos la tuya con tu hijo adentro.
El control de la venganza
Ciertamente, hoy nos parecería una locura vivir así, aunque créanme que hay países que aún se rigen por este “celestial” código. El derecho civil y penal ha evolucionado de tal forma que hay muchas causales que agravan o aligeran las culpas y los castigos. Pero el principio de justicia sigue basado en “dar a cada quién lo que merece”.
Lo que ocurre es que si bien el código de Amurabi nos parece una locura, peor es la libre venganza en su esencia. Todas las doctrinas de fe la tienen prohibida, de una u otra forma. Las sociedades Occidentales la consideran un acto barbárico, y los Orientales una acción que genera Karma, o peso en el alma.
Lo que es humanamente común, es que la venganza no genera nada bueno, si bien por segundos satisface los sentidos, al ver resarcido el daño que se ha recibido. Luego genera el doble de culpa, de incomodidad, y de violencia.
La Guerra y la Venganza
Es una contradicción, que raya en la hipocresía, que mundialmente se señale a la venganza como algo negativo e intolerable, cuando es el principio de casi todas las guerras. Pareciera que cada Sociedad ve con buen ojo la venganza cuando se trata de hacerle la guerra a otro grupo ajeno, pero cuando la venganza se interna en las bases de esta, pues ya la cosa no es tan agradable.
Es como si se tratase de un partido de fútbol, que bueno es hacerle 15 goles al otro, pero que terrible es un autogol.
Hay algunos que justifican las Guerras como momentos que han aportado gran evolución científica y técnica a la humanidad. Me pregunto yo ¿no podemos hacer lo mismo sin que muera nadie?, ¿quién justifica la venganza entre naciones de esta manera, no está jugando a descalificar al otro, a tratarlo como un objeto de laboratorio, que sirve de prueba para la evolución y el beneficio de su sociedad?
Coincido con un amigo, la venganza es deplorable porque es fiel demostración de ignorancia, miedo, y no es la mejor vía para detener la violencia y podernos organizar.
Pero más deplorable es la venganza organizada, aquella que nace en los cuarteles, y que se justifica con discursos políticos e informes inexactos, esa es una venganza más cochina, más baja, menos humana.La mejor forma de contrarrestar la venganza y el origen de la misma, es sujetivizar, ¡vamos todos a sujetivizar!, entendamos que el que está en frente, aparte de nuestras diferencia con él, es un sujeto con sentimientos, con alma, con futuro, en fin, una parte de nosotros. Así no habrá más venganza, y mucho menos razón para ella.
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